Descripción
- Número de páginas: –
- Formato: 15 x 21 cm
22,00€
Inevitablemente vinculado a la muerte y a la idealización de la juventud, Peter Pan no es sólo un libro, sino muchos. Varias obras en las que va evolucionando hasta llegar a ser un personaje rico en matices, poseedor de múltiples facetas que le hacen especial, complejo, incoherente, maravilloso. Peter Pan es un bebé perdido entre dos mundos, el de los humanos y el de las hadas. Un joven arrogante que se niega a crecer. Valiente en su rebeldía, pero profundamente cobarde. Protagonista de una obra de teatro única en su especie y que su autor reescribiría obsesivamente cada temporada.
Este volumen recopila, por primera vez los textos completos en castellano, las seis obras de J. M. Barrie en las que aparece el niño que nunca crece.
Y aquí está, en todas sus vertientes, para que el lector descubra la maravilla de la creación de un personaje que todos, como sugería Chesterton, tenemos la sensación de haber inventado. Como si realmente existiera desde el principio de los tiempos y hubiese vuelto, vanidoso, para arrancarle el protagonismo a su creador, James Matthew Barrie, y quedárselo todo él.
“Peter Pan es nuestra aproximación más cercana a una leyenda. Se transpira algo casi anónimo en su popularidad; nos sentimos como si todos lo hubiésemos escrito. Está construido de los fragmentos de nuestros propios sueños olvidados, y remueve el corazón con cierto desasosiego, como si estuviésemos viendo imágenes de una existencia previa”.
Tal y como reflexionaba el novelista G. K. Chesterton en 1911, Peter Pan parece, más que una creación literaria, un ser de dimensiones mitológicas que siempre ha estado ahí, flotando por el imaginario colectivo hasta convertirse en uno de los iconos literarios y culturales más poderosos del siglo XX. Pero no es el caso. No todos hemos escrito a Peter Pan, ni es un cuento de raíces ancestrales de los que se han contado desde el principio de los tiempos.
El niño que nunca crece nació una tarde en un parque de Londres, alrededor de 1900. El escocés James Matthew Barrie, autor de variosbest sellersy el dramaturgo más popular de la época, paseaba todos los días con su perro Porthos por los jardines de Kensington. Allí entabló amistad con George Llewelyn Davies, un niño guapo, inteligente y descarado, que no le consideraba un célebre escritor ni nada por estilo, sino sólo un hombrecillo con acento raro y mucha tos que le hablaba de hadas, islas desiertas, piratas, y de una criatura mitad pájaro mitad humano que se había escapado de su casa al oír lo que le deparaba el futuro. Un héroe perdido en un mundo paralelo a quien George —o, al menos, eso le hizo creer Barrie— bautizó a su antojo: Peter (como su hermano pequeño) Pan (como el caprichoso dios griego de la naturaleza). Peter Pan.
Barrie escribía en su diario: “el terror de mi infancia fue saber que llegaría el momento en el que tendría que dejar de jugar”. Siempre tuvo un aspecto aniñado: medía poco menos de un metro sesenta y cinco, era delgado y de aspecto juvenil; su voz era suave y aflautada. Se dice, además, que nunca llegó a consumar el matrimonio, motivo que su esposa, la actriz Mary Ansell, alegaría para pedir el divorcio. Fanático de las novelas de aventuras más que de las responsabilidades adultas, Barrie encontró en los Llewelyn Davies a los perfectos compañeros de juegos. Y cuando George, Jack, Peter, Michael y Nico se quedaron huérfanos, asumió el papel de tutor como si se tratara de un juego más. Sin detenerse a pensar en las consecuencias. Como si fuera, de alguna manera, el ladrón de niños de las viejas leyendas escocesas. Una figura siniestra que luego imaginaría entrando en una casa con la excusa de buscar su sombra, pero que acaba “secuestrando” a Wendy, Michael y John Darling seduciéndoles con las maravillas de una isla casi desierta: Nunca Jamás.
Peter Pan aparece por primera vez enEl pajarito blanco(1902), una novela de tintes autobiográficos, hoy casi desconocida, que Barrie dedica a “mis chicos”, los Llewelyn Davies.El protagonista, el Capitán W., es un viejo solterón que, enamorado platónicamente de una joven institutriz, Mary, se convierte primero en su benefactor y luego en el de su hijo, David. El Capitán, fascinado por el niño, incluso piensa en “arrebatárselo por completo y hacerlo mío”, inventándose, para justificar la relación, que él tuvo un hijo que murió, Timothy. Obsesionado por convertirse en alguien tan imprescindible como sus padres, el capitán le cuenta historias: entre ellas, la de Peter Pan. Un bebé “muy viejo, pero siempre tiene la misma edad” que se escapó de su casa para volar a los jardines de Kensington, donde nacen los pájaros que luego se convertirán en los niños que pueblan el mundo real. Tras correr muchas aventuras, el Peter Pan deEl pajarito blancointenta regresar a casa para hacerse mayor y enfrentarse a la vida, pero la ventana está cerrada y su madre abraza a otro niño. El pobre, abandonado, no tiene más remedio que permanecer en los jardines, anhelando su humanidad perdida y encargándose de enterrar a los bebés que se mueren al caer de los carritos. Siempre de dos en dos, para que se sientan menos solos.
En primera instancia, Peter Pan no crece porqueno puede, porque no se le ha permitido hacerlo. Una idea enraizada en la mente del autor desde los seis años, cuando se dio cuenta de que algunos niños no crecen nunca. Su hermano David, el preferido de su madre y la promesa de la familia humilde, murió en un accidente de patinaje sobre hielo en el lago del pequeño pueblo escocés de Kirriemuir. Para Barrie, que por entonces ya representaba obritas en el lavadero de su casa, David adquirió una extraña cualidad, casi heroica: permaneció eternamente joven, de modo que “cuando yo me había convertido en un hombre, él seguía siendo un niño de trece años”.
En 1904, Barrie crea un personaje nuevo que deja de ser un bebé para adoptar una edad más cercana a la de su hermano muerto, y a la de los Llewelyn Davies más mayores. Peter Pan se convierte en el protagonista de una obra teatral heredera de la tradición pantomímica británica, pero adornada con la crítica social amable que suele aparecer en sus obras. Ahora es un jovencito arrogante, osado, hechicero… Y el productor Charles Frohman se empeña en otorgarle una nueva cualidad: Peter Pan no crece por rebeldía, porqueno quiere, y la tragedia inicial de Barrie se convierte en el triunfo del personaje.
Peter Pan o el niño que no quería crecerse estrenó el 27 de diciembre de 1904 en el teatro Duque de York de Londres. El público jamás había visto nada parecido: niños volando por el escenario, una bola de luz que representaba al hada Campanilla, un perro niñera, un cocodrilo con un reloj en el estómago que persigue al pirata Garfio para terminar de devorarle… Fue un éxito rotundo. Y Barrie, oculto entre bastidores, supo que había conseguido el sueño de cualquier escritor, su pequeña dosis de inmortalidad: Peter Pan sería tan popular que algunos, muy pronto, lo considerarían un mito moderno.
El éxito de Peter Pan surge, probablemente, de las ideas contradictorias que le dan base: la tragedia de la muerte prematura y el deseo de permanecer en la infancia. Para Barrie, la única etapa de la vida que de verdad merece la pena. Cuando George y Michael, sus Llewelyn Davies favoritos, empezaron a crecer, el autor no pudo evitar sentir cierto recelo. Temía que, al hacerse adultos, dejaran de venerarle y le vieran como lo que era en realidad: un pobre hombre sumido en un intento desesperado por hacerse mayor, pero completamente incapaz de hacerlo.
Lo que no podía sospechar era que ellos tampoco crecerían del todo. Nunca serían adultos, igual que David Barrie y Peter Pan. George murió a los veintidós años en la primera guerra mundial y Michael a los veintiuno, ahogado junto a un amigo en lo que los medios clasificaron como “pacto de suicidio”.
Inevitablemente vinculado a la muerte y a la idealización de la juventud, Peter Pan no es sólo un libro, sino muchos. Varias obras en las que va evolucionando hasta llegar a ser un personaje rico en matices, poseedor de múltiples facetas que le hacen especial, complejo, incoherente, maravilloso. Peter Pan es un bebé perdido entre dos mundos, el de los humanos y el de las hadas. Un joven arrogante que se niega a crecer. Valiente en su rebeldía, pero profundamente cobarde. Protagonista de una obra de teatro única en su especie y que su autor reescribiría obsesivamente cada temporada. La esencia de lo que uniría y luego separaría a Barrie de sus amigos los Llewelyn Davies. Cruel, a la vez que generoso. Un adolescente que, aún sintiéndose atraído por Wendy, es incapaz de concebir nada parecido a la sexualidad. El hijo que el Capitán W. (o Barrie) nunca tendría. Un niño muerto —varios niños muertos— y un niño eterno. Amo y creador de Nunca Jamás, país que carece de sentido sin el Capitán Garfio, un villano sospechosamente parecido a su eterno enemigo, Peter Pan.
J. M. Barrie creó y recreó a su personaje durante veinticinco años, convencido de que tenía entre manos a una criatura única, sucesora de un dios griego, que además de ser inmortal, le otorgaría a él la vida eterna, como creador del mito. Durante años se negó a fijar la obra de teatro sobre el papel, permitiendo que otros retomasen al personaje y lo reescribieran a su manera. Llegó a declarar que él, personalmente, no tenía recuerdo alguno de haber escrito a Peter Pan. Como si fuera un personaje mítico a quien sólo había tenido que dar forma.
Este volumen recopila, por primera vez en castellano, las seis obras de J. M. Barrie en las que aparece el niño que nunca crece:
Peter Panempezó siendo un cuento con el que Barrie entretenía a los hermanos Llewelyn Davies en un parque. Después, el capitán W. se lo volvería a contar a David enEl pajarito blanco; la Señora Darling, a sus hijos Wendy, John y Michael; el capitán Garfio a Smee, el pirata bueno; Wendy a los niños perdidos y al propio Peter; y más tarde, de adulta, a su hija Jane… Un círculo de narración que nunca se cierra: al haberle dado a su personaje tantas connotaciones mitológicas, muchos otros narradores dejarían atrás a Barrie para contarlo a su manera. Habría cuentos nuevos, novelas, películas, un síndrome psicológico. Todo lo que se pudiera desear para él.
Peter Pan nació del ímpetu de creer que todo en la vida puede suponer una gran aventura. Incluso la muerte. Y aquí está, en todas sus vertientes, para que el lector descubra la maravilla de la creación de un personaje que todos, como sugería Chesterton, tenemos la sensación de haber inventado. Como si realmente existiera desde el principio de los tiempos y hubiese vuelto, vanidoso, para arrancarle el protagonismo a su creador, James Matthew Barrie, y quedárselo todo él.
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